
Padre del Cielo, te doy las más infinitas gracias el día de hoy por tu bondad,
por todo lo que recibo de tu misericordia, de tu magnanimidad. Quiero entregarte
todo mi ser, también te entrego todo el ser de mi esposa, de mi esposo, de mis
hijos, de mi madre, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mis
superiores, de mis vecinos. Te consagro nuestro ser el día de hoy para que hagas
de nosotros lo que tu quieras; te pido que nos envíes a tu Espíritu Santo
¡Espíritu Sante ven, ven a todos nosotros!, llena nuestros espíritus, inflama
nuestros espíritus, llénalos de ti para que seamos seres espirituales, para que
cada día podamos eliminar todo lo que no es tuyo.
Ahora Señor, penetra en
nuestros corazones, toma posesión de ellos, resana todas las heridas que hemos
tenido el día de ayer o recientemente, o en el pasado. Vuelve a sanar todas las
heridas de nuestra vida, sánanos porque necesitamos un corazón puro para poder
amar, deseamos que nuestro corazón sea transparente, sea traspasado por tu amor,
para así poderlo entregar a nuestros hermanos.
Te entrego Señor nuestros
cuerpos para que en perfecto estado de salud te podamos servir. Sana nuestros
cuerpos, que son el instrumento con el que tú quieres que vivamos este día
realizando acciones virtuosas.
Te entrego nuestro tiempo, dirige todas
nuestras acciones Espíritu Santo, dirige cada uno de los acontecimientos de
nuestra vida para que nuestro tiempo no se desperdicie.
Te entrego nuestras
circunstancias, nuestro trabajo, nuestros negocios, nuestros planes, nuestros
proyectos, nuestros viajes.
Te entrego Señor a todas aquellas personas
que dependen de nosotros socialmente, profesionalmente o ministerialmente. A
todas las personas que entran en contacto con nosotros o que han tenido algún
vínculo; a todos nuestros parientes, amigos, enemigos, vecinos.
Te entrego
nuestras casas Señor. Te entrego Señor la casa de mis padres, de mis hijos, de
mis amigos, te entrego los vehículos en los que vamos de un lugar a otro para
servirte, todos y cada uno de los vehículos en los que nos
transportamos.
Te entrego los lugares de trabajo, las escuelas, los
sitios donde transitamos, las carreteras, las vías difíciles y
peligrosas.
Ahora te pido que nos cubras con tu Preciosísima Sangre, que nos
llenes por dentro y por fuera, que nos hagas circular como envueltos en una
cápsula de tu Preciosa Sangre para que el Enemigo no pueda dañarnos.
Señor, cubre con tu Sangre todo lo que nos pertenece, todo lo que es
nuestro, todas las personas que entran o entrarán en contacto con nosotros.
Señor, que todo lo que mencionamos quede cubierto por tu Sangre para que no
sufra ningún daño, y con toda la autoridad que tengo por ser hijo de Dios y por
ser Sacerdote, para usar el Poder de la Sangre de Jesús, con ella ato a Satanás
y a todos los espíritus que vienen del agua, del aire, del fuego, del suelo, del
subsuelo, del mundo, del mundo de las tinieblas, de las heridas, del Sheol, del
Averno, de lo oculto, de las fuerzas desencadenadas de la naturaleza; de la
herencia, del resentimiento, de los pecados, y a todos los espíritus del Mal de
los que seamos portadores o que sean portados por cualquier persona a través de
la cual el demonio nos quiera dañar.
Atamos, así mismo, todo poder de
conocimiento de Satanás y de los espíritus malignos para que no se enteren cómo
vamos a luchar contra ellos.
Atamos a toda potencia de venganza de Satanás,
de los espíritus malignos, para que no tomen venganza en nuestras personas, en
nuestras posesiones.
Así mismo Señor, queden atados por el Poder de tu
Sangre los espíritus malignos de incomprensión, de persecución, de envidia, de
celos, de crítica, de burla, de escarnia, de difamación, de juicio, de calumnia,
de resentimiento, de avaricia, de tristeza, de depresión; de brujería,
sortilegio, y de Condenación para que podamos seguir adelante con nuestro
trabajo.
Santa María de Guadalupe ¡abre tu manto precioso, cúbrenos y
protégenos a todos nosotros!, a todas las personas que te mencionamos y también
a todas las personas que entren en contacto con nosotros, para que
automáticamente queden cubiertas con tu manto protector, para que nos defienda
de todo Mal.
Ángeles Guardianes ¡protegednos el día de hoy!
San
Miguel Arcángel, manda tus maravillosas Legiones de Ángeles a cuidar de mí, de
todos mis seres amados, de todas las personas que dependen de mí, ayúdanos en
esta lucha contra el Enemigo, contra el Mal, contra los que intentan hacernos
daño.
PADRE NUESTRO.
AVE MARIA.
GLORIA.