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EL PADRE PIO Y LA MISA

| lunes, 4 de marzo de 2013
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En 1974 se publicó una obra en italiano, titulada «Cosí parlò Padre Pio»: «Así habló el Padre Pio» (San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia), con el imprimatur de Mons Fanton, obispo auxiliar de Vincencia.

 
En este presente trabajo sacamos algunos pasajes en los que el Padre Pío hablaba de la Santa Misa:


- Padre, ¿ama el Señor el Sacrificio?
- Sí, porque con él regenera el mundo.
 
- ¿Cuánta gloria le da la Misa a Dios?
- Una gloria infinita.
 
- ¿Qué debemos hacer durante la Santa Misa?
- Compadecernos y amar.
 
- Padre, ¿cómo debemos asistir a la Santa Misa?
- Como asistieron la Santísima Virgen y las piadosas mujeres. Como asistió San Juan al Sacrificio Eucarístico y al Sacrificio cruento de la Cruz.
 
- Padre, ¿qué beneficios recibimos al asistir a la Santa Misa? - No se pueden contar. Los veréis en el Paraíso. Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.
 
- Padre, ¿qué es su Misa? - Una unión sagrada con la Pasión de Jesús. Mi responsabilidad es única en el mundo -decía llorando.
 
- ¿Qué tengo que descubrir en su Santa Misa?
- Todo el Calvario.
 
 
 
 
- Padre, dígame todo lo que sufre Vd. durante la Santa Misa.
- Sufro todo lo que Jesús sufrió en su Pasión, aunque sin proporción, sólo en cuanto lo puede hacer una creatura humana. Y esto, a pesar de cada uno de mis faltas y por su sola bondad.
 
- Padre, durante el Sacrificio Divino, ¿carga Vd. nuestros pecados?
- No puedo dejar de hacerlo, puesto que es una parte del Santo Sacrificio.
 
- ¿El Señor le considera a Vd. como un pecador?
- No lo sé, pero me temo que así es.
 
- Yo lo he visto temblar a Vd. cuando sube las gradas del Altar. ¿Por qué? ¿Por lo que tiene que sufrir?
- No por lo que tengo que sufrir, sino por lo que tengo que ofrecer.
 
- ¿En qué momento de la Misa sufre Vd. más?
- En la Consagración y en la Comunión.
 
- Padre, esta mañana en la Misa, al leer la historia de Esaú, que vendió su primogenitura, sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¡Te parece poco, despreciar los dones de Dios!
 
- ¿Por qué, al leer el Evangelio, lloró cuando leyó esas palabras: «Quien come mi carne y bebe mi sangre»…?
- Llora conmigo de ternura.
 
- Padre, ¿por qué llora Vd. casi siempre cuando lee el Evangelio en la Misa?
- Nos parece que no tiene importancia el que un Dios le hable a sus creaturas y que ellas lo contradigan y que continuamente lo ofendan con su ingratitud e incredulidad.
 
- Su Misa, Padre, ¿es un sacrificio cruento?
- ¡Hereje!
 
- Perdón, Padre, quise decir que en la Misa el Sacrificio de Jesús no es cruento, pero que la participación de Vd. a toda la Pasión si lo es. ¿Me equivoco?
- Pues no, en eso no te equivocas. Creo que seguramente tienes razón.
 
- ¿Quien le limpia la sangre durante la Santa Misa?
- Nadie.
 
- Padre, ¿por qué llora en el Ofertorio?
- ¿Quieres saber el secreto? Pues bien: porque es el momento en que el alma se separa de las cosas profanas.
 
- Durante su Misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.
- Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos y amenazas? Había un alboroto enorme.
 
- ¿No le distraen los ruidos?
- Para nada.
 
- Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?
- No seas malo… (no quiero que me preguntes eso…).
 
- Padre, ¡dígamelo! ¿Por qué sufre tanto en la Consagración?
- Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.
 
- Padre, ¿por qué llora en el Altar y qué significan las palabras que dice Vd. en la Elevación? Se lo pregunto por curiosidad, pero también porque quiero repetirlas con Vd.
- Los secretos de Rey supremo no pueden revelarse sin profanarlos. Me preguntas por qué lloro, pero yo no quisiera derramar esas pobres lagrimitas sino torrentes de ellas. ¿No meditas en este grandioso misterio?
 
- Padre, ¿sufre Vd. durante la Misa la amargura de la hiel?
- Sí, muy a menudo…
 
- Padre, ¿cómo puede estarse de pie en el Altar?
- Como estaba Jesús en la Cruz.
 
- En el Altar, ¿está Vd. clavado en la Cruz como Jesús en el Calvario?
- ¿Y aún me lo preguntas?
 
- ¿Como se halla Vd.?
- Como Jesús en el Calvario.
 
- Padre, los verdugos acostaron la Cruz de Jesús para hundirle los clavos?
- Evidentemente.
 
- ¿A Vd. también se los clavan?
- ¡Y de qué manera!
 
- ¿También acuestan la Cruz para Vd.?
- Sí, pero no hay que tener miedo.
 
- Padre, durante la Misa, ¿dice Vd. las siete palabras que Jesús dijo en la Cruz?
- Sí, indignamente, pero también yo las digo.
 
- Y ¿a quién le dice: «Mujer, he aquí a tu hijo»?
- Se lo digo a Ella: He aquí a los hijos de Tu Hijo.
 
- ¿Sufre Vd. la sed y el abandono de Jesús?
- Sí.
 
- ¿En qué momento?
- Después de la Consagración.
 
- ¿Hasta qué momento?
- Suele ser hasta la Comunión.
 
- Vd. ha dicho que le avergüenza decir: «Busqué quien me consolase y no lo hallé». ¿Por qué?
- Porque nuestro sufrimiento, de verdaderos culpables, no es nada en comparación del de Jesus.
 
- ¿Ante quién siente vergüenza?
- Ante Dios y mi conciencia.
 
- Los Angeles del Señor ¿lo reconfortan en el Altar en el que se inmola Vd.?
- Pues… no lo siento.
 
- Si el consuelo no llega hasta su alma durante el Santo Sacrificio y Vd. sufre, como Jesús, el abandono total, nuestra presencia no sirve de nada.
- La utilidad es para vosotros. ¿Acaso fue inútil la presencia de la Virgen Dolorosa, de San Juan y de las piadosas mujeres a los pies de Jesús agonizante?
 
- ¿Qué es la sagrada Comunión?
- Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente.
 
- Cuando viene Jesús, ¿visita solamente el alma?
- El ser entero.
 
- ¿Qué hace Jesús en la Comunión?
- Se deleita en su creatura.
 
- Cuando se une a Jesús en la Santa Comunión, ¿que quiere que le pidamos al Señor por Vd.?
- Que sea otro Jesús, todo Jesús y siempre Jesús.
 
- ¿Sufre Vd. también en la Comunión?
- Es el punto culminante.
 
- Después de la Comunión, ¿continúan sus sufrimientos?
- Sí, pero son sufrimientos de amor.
 
- ¿A quién se dirigió la última mirada de Jesús agonizante?
- A su Madre.
 
- Y Vd., ¿a quién mira?
- A mis hermanos de exilio.
 
- ¿Muere Vd. en la Santa Misa?
- Místicamente, en la Sagrada Comunión.
 
- ¿Es por exceso de amor o de dolor?
- Por ambas cosas, pero más por amor.
 
- Si Vd. muere en la Comunión ¿ya no está en el Altar? ¿Por qué?
- Jesús muerto, seguía estando en el Calvario.
 
- Padre, Vd. a dicho que la víctima muere en la Comunión. ¿Lo ponen a Vd. en los brazos de Nuestra Señora?
- En los de San Francisco.
 
- Padre, ¿Jesús desclava los brazos de la Cruz para descansar en Vd.?
- ¡Soy yo quien descansa en El!
 
- ¿Cuánto ama a Jesús?
- Mi deseo es infinito, pero la verdad es que, por desgracia, tengo que decir que nada, y me da mucha pena.
 
- Padre, ¿por qué llora Vd. al pronunciar la última frase del Evangelio de San Juan: «Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»?
- ¿Te parece poco? Si los Apóstoles, con sus ojos de carne, han visto esa gloria, ¿cómo será la que veremos en el Hijo de Dios, en Jesús, cuando se manifieste en el Cielo?
 
- ¿Qué unión tendremos entonces con Jesús?
- La Eucaristía nos da una idea
 
- ¿Asiste la Santísima Virgen a su Misa?
- ¿Crees que la Mamá no se interesa por su hijo?
 
- ¿Y los ángeles?
- En multitudes.
 
- ¿Qué hacen?
- Adoran y aman.
 
- Padre, ¿quién está más cerca de su Altar?
-Todo el Paraíso.
 
- ¿Le gustaría decir más de una Misa cada día?
- Si yo pudiese, no querría bajar nunca del Altar.
 
- Me ha dicho que Vd. trae consigo su propio Altar…
- Sí, porque se realizan estas palabras del Apóstol: «Llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gal. 6, 17), «estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19) y «castigo mi cuerpo y lo esclavizo» (I Cor. 9, 27).

- ¡En ese caso, no me equivoco cuando digo que estoy viendo a Jesús Crucificado!
- (No contesta).
 
- Padre, ¿se acuerda Vd. de mí durante la Santa Misa?
- Durante toda la Misa, desde el principio al fin, me acuerdo de tí.

 
 


 
La Misa del Padre Pío en sus primeros años duraba más de dos horas. Siempre fue un éxtasis de amor y de dolor. Su rostro se veía enteramente concentrado en Dios y lleno de lágrimas. Un día, al confesarme, le pregunté sobre este gran misterio:
 
- Padre, quiero hacerle una pregunta.
- Dime, hijo.
 
- Padre, quisiera preguntarle qué es la Misa.
- ¿Por qué me preguntas eso?
 
- Para oírla mejor, Padre.
- Hijo, te puedo decir lo que es mi Misa.
 
- Pues eso es lo que quiero saber, Padre.
- Hijo mío, estamos siempre en la cruz y la Misa es una continua agonía.

 



EL PADRE PIO Y LA MISA

Posted by : Webmaster
Date :lunes, 4 de marzo de 2013
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SOBRE LA SANTA MISA DE ANA CATALINA EMMERICH

| martes, 26 de febrero de 2013
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AMADA FAMILIA, EL SANTO SACRIFICIO DE LA EUCARISTIA
ES VIVIR EL CIELO EN LA TIERRA,
NUNCA COMPRENDEREMOS TAN ALTO MISTERIO
DEL AMOR DE DIOS.
AMEMOS A JESUS EN SU DIVINA PRESENCIA Y
ALIMENTEMONOS SOLO DE SU DIVINIDAD
PARA ALCANZAR ALGUN DIA LA GLORIA DEL CIELO.

 
 
Introducción
 
Reúnense aquí las contemplaciones referentes al santo sacrificio de la Misa, reproducción genuina del Calvario, donde Jesús se ofreció expiatoriamente por la humanidad caída, sobre los restos de Adán, allí debajo sepultados. La vidente revela que los patriarcas celebraban sacrificios ante un altar donde colocaban huesos de Adán y de otros justos del AntiguoTestamento.Los apóstoles continuaron con esta tradición que la Iglesia mantiene al realizar la Misa sobre el ara que encierra huesos de santos y mártires.

El sentido teológico de la Misa y su trascendencia espiritual están expuestos con asombrosa sencillez y ortodoxia. Tan elevado es este augusto Sacrificio, que hasta las celebraciones hechas con disipación, son suplidas necesariamente de modo sobrenatural. Las consideraciones acerca de las negligencias de algunos celebrantes, mueven a meditación e invitan a un estado de mayor gracia personal.





 
1. El valor de la santa Misa.
 
En la festividad de San Isidro Labrador me fueron enseñadas muchas cosas acerca del valor de la Misa que se dice y que se oye. Supe que es una gran dicha que se digan tantas misas, aunque las digan sacerdotes ignorantes o indignos, pues mediante ellas se libran los hombres de peligros, castigos y azotes de todo género. Conviene que muchos sacerdotes no sepan lo que hacen; que si lo supieran, no celebrarían por temor, ni ofrecerían el santo Sacrificio.
 
Vi cuan admirables bendiciones nos vienen de oír la santa Misa y que con ellas son impulsadas todas las buenas obras y promovidos todos los bienes y que muchas veces el oírla una sola persona de una casa basta para que las bendiciones del cielo desciendan aquel día sobre toda la familia. Vi que son mucho mayores las bendiciones que se obtienen oyéndola, que encargando que se diga y se oiga por otros. Vi que las faltas que se cometen en la Misa son compensadas con auxilios sobrenaturales.

 
2. Imagen de las distracciones
de un sacerdote en la santa Misa.
 
Tuve también una visión acerca de las faltas cometidas en el servicio divino celebrado en la tierra y vi como estas faltas son suplidas y remediadas de modo sobrenatural. Pero me es difícil y aún imposible decir cómo he visto todo esto; cómo se comprenden y se armonizan entre sí todos estos cuadros y cómo cada uno de ellos se explica y aclara en otro.
 
Es muy de notar que las faltas y negligencias cometidas en la celebración del culto aquí en la tierra sólo hace culpable al que incurre en ellas, porque el culto divino debido al Señor se compensa y se suple de un modo más elevado. Así se me representan principalmente, entre otras faltas, las distracciones de los sacerdotes mientras ejercen el ministerio, por ejemplo, mientras celebran la Misa; veo al sacerdote allí donde están sus pensamientos y entre tanto veo en el altar, en lugar de él, a un santo que hace sus veces.
 
Estos cuadros muestran de un modo espantoso la gravedad de la culpa del que celebra los sagrados ministerios sin devoción ni atención. Así, por ejemplo, veo salir de la sacristía a un sacerdote revestido para decir misa; pero en vez de acercarse al altar, sale de la iglesia y se dirige a una fonda, o a un huerto, o va a cazar a casa de alguna persona, o a leer, o a alguna reunión; lo veo aquí o allá, adonde van sus pensamientos, precisamente como si él uese en persona a esos lugares, lo cual causa compasión y vergüenza. Pero es conmovedor ver que, entretanto, un sacerdote santo celebra los divinos oficios en lugar de aquel otro que divaga. Con frecuencia veo al tal sacerdote alguna vez en el altar, pero muy pronto se vuelve a otro lugar poco conveniente. A veces veo que estas distracciones duran largo rato.
 
La enmienda se me representa en estos casos en forma de constancia y recogimiento en el culto.
 
En varios lugares veo quitar mucho polvo y basura de los vasos sagrados, los cuales se vuelven resplandecientes y como nuevos.

 
3. Ve la excelencia y la significación de la santa Misa.
(Mediados de Agosto de 1820)
 
Veo en todas partes sacerdotes rodeados de las gracias de la Iglesia y de los tesoros de los méritos de Jesús y de los santos, enseñando, predicando y ofreciendo el santo Sacrificio, pero muertos y tibios espiritualmente. Me fue mostrado un pagano que en lo alto de una columna hablaba de un nuevo Dios, con tal elocuencia que todo el pueblo se conmovió y participó de sus sentimientos y deseos.
 
Estas visiones me han turbado de día y de noche, tanto que no sé qué partido tomar. El estado actual de miseria y corrupción se me muestra en relación con un estado anterior mejor que el actual, y así tengo que orar sin intermisión.
 
¡Cosa monstruosa es celebrar indignamente la Misa! ¡Oh! ¡no es indiferente el celebrarla bien o mal! Supe por un cuadro inmenso de los misterios de la santa Misa, que todo lo que hay de santo desde el principio del mundo se refería a ella. He visto el Alfa y el Omega. He visto la significación del círculo, de la forma redonda de la tierra y de los cuerpos celestes, de los contornos redondos de las apariciones y de la hostia. He visto la correlación de los misterios de la Encarnación, de la Redención y del santo sacrificio de la Misa y cómo María comprende lo que ni el mismo cielo puede comprender. Estas visiones se extendían a todo el Antiguo Testamento. Vi los sacrificios desde la primera oblación y entendí la admirable significación de los santos huesos. Vi la significación de las reliquias de los altares donde se dice la Misa.
 
Vi los huesos de Adán descansar en el monte Calvario y por cierto algo sobre el nivel del mar, exactamente bajo el lugar en que Cristo fue crucificado. Miré dentro de una cueva y vi
el esqueleto de Adán. Vi que las aguas del diluvio habían dejado intacto este sepulcro; que Noé tenía en el arca parte de esos huesos; que los puso en el altar cuando ofreció el primer sacrificio, como después hizo Abrahán, y que los huesos que éste colocaba en el altar eran los mismos de Adán, que había recibido de Sem. Así la muerte de Jesucristo en el Calvario, sobre los huesos de Adán, es una significación de la santa Misa, que se celebra sobre las reliquias que están en el arca del altar. Los sacrificios de los patriarcas eran una preparación a este sacrificio de la Misa. Así, mediante los huesos que los patriarcas ponían sobre el altar, recordaban a Dios sus promesas.

 
4. Ve a Noé y a Moisés ofrecer sacrificios.
 
Vi a Noé ofrecer en el arca sacrificios de incienso; el altar estaba cubierto de blanco y rojo.
 
Siempre que sacrificaba u oraba ponía en él los huesos de Adán. Estos huesos los poseyó luego Abrahán, a quien los vi poner en el altar de Melquisedec. La parte posterior del altar miraba al norte. Los patriarcas edificaban siempre el altar en esta posición, porque el mal venía del Norte.
 
También vi a Moisés orando ante un altar donde estaban los huesos de Jacob. Cuando derramaba sobre el altar alguna cosa, levantábase una llama y en ella echaba el incienso y los perfumes. En la oración conjuró a Dios por la promesa que el mismo Dios había hecho a aquellos huesos. Oró muy largo tiempo hasta que le rindió el cansancio; pero a la mañana siguiente se levantó para orar de nuevo. Moisés oró con los brazos en cruz. Dios no puede resistir a esta oración, pues su propio Hijo ha perseverado orando así en la cruz hasta la muerte. Como había visto orar a Moisés, así vi también orando a Josué cuando el sol se detuvo por su mandato.

 
5. Ve a la Virgen y a San Juan
en la representación de la santa Misa.
 
He invocado a Dios Padre pidiéndole que se digne mirar a su divino Hijo, que a cada instante satisface por los pecadores, que ahora mismo se ofrece y se ofrece incesantemente de nuevo. Entonces he visto la representación del Viernes Santo y que el Señor se ofrece en el altar del sacerdote celebrante como se ofreció en la cruz y he visto de un modo vivo, al pie de la cruz a María y al discípulo Juan. Esto lo veo a cada momento, de día y de noche, y veo la comunidad de los fieles, si oran bien o mal, y cómo desempeñan los sacerdotes su ministerio. Veo primeramente a la iglesia de aquí y después las iglesias y comunidades próximas, como se ve a un cercano árbol cargado de frutas y alumbrado por el sol, y a lo lejos, otros, agrupados o formando bosques.
 
Veo a todas horas, de día y de noche, las misas que se dicen en todo el mundo y en comunidades muy remotas! donde todavía se celebra como en tiempos de los apóstoles.
 
Sobre el altar veo en visión una asistencia especial con que los ángeles suplen las negligencias de los sacerdotes. Por las faltas de devoción de los fieles ofrezco yo también mi corazón y pido a Dios misericordia. Veo a muchos sacerdotes que desempeñan su ministerio de un modo deplorable. Guardan las formas, pero muchas veces no se cuidan del espíritu. Siempre tienen presente que los está viendo el pueblo, y con esto no piensan que los ve Dios. Los escrupulosos quieren convencerse de su propia devoción.
 
Muchas veces, durante el día, estoy viendo de esta manera la celebración de la Misa por todo el mundo; y cuando me dirigen alguna pregunta, me parece como si tuviera que interrumpir una ocupación para hablar con un niño curioso.
 
Es tanto lo que Jesús nos ama, que perpetúa en la Misa la obra de la Redención; la Misa es la redención oculta que se realiza constantemente en el Sacramento. Todo esto lo vi desde mis primeros años y creía que todos los hombres lo veían como yo.

 
6. Ve una representación de la misa sacrilega.
 
Cuando vi a mi derecha la espantosa imagen del niño crucificado, me volví a la izquierda; pero seguía viéndolo. Entonces pedí a Dios que se dignara librarme de aquella escena y mi Esposo celestial me dijo: “Mira otra cosa peor aún; mira cómo me tratan diariamente en todo el mundo”. Vi entonces a los sacerdotes que celebran la Misa en pecado mortal. Vi la Hostia sobre el altar, como un niño vivo, y vi que era despedazado en la patena y ofendido de un modo horrible: sacrificarlo así es asesinarlo.
 
Vi además un número indecible de infelices que son hoy en día oprimidos, atormentados y perseguidos en muchas partes y vi que todo esto sucedía como en la persona del mismo Jesús. Son malos estos tiempos y no hay recurso alguno. Sobre el mundo se extiende una niebla espesa de pecados y todas las cosas se hacen con tibieza e indiferencia.
 
También en Roma vi a malos sacerdotes atormentar de esta manera al Niño Jesús en la Misa. Ellos querían ver al Papa y exigirle una cosa muy peligrosa. Pero el Papa veía lo mismo que yo: que un ángel los rechazaba con una espada desnuda siempre que pretendían acercarse a él.
 


SOBRE LA SANTA MISA DE ANA CATALINA EMMERICH

Posted by : Webmaster
Date :martes, 26 de febrero de 2013
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