-
Mostrando entradas con la etiqueta Oficio de Lectura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Oficio de Lectura. Mostrar todas las entradas

OFICIO DE LECTURA PARA EL 5 DE FEBRERO

| lunes, 4 de febrero de 2013
Leer más »



MARTES DE LA SEMANA IV

Del Común de vírgenes. Salterio IV

5 de febrero


SANTA ÁGUEDA, virgen y mártir. (MEMORIA).

Sufrió el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio. Ya desde la antigüedad se propagó su culto por toda la Iglesia y se introdujo su nombre
en el Canon romano.
 

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant.
Venid, adoremos al Cordero,

al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya

alguna otra Hora:

V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
 
 


Himno:
ESTA MUJER NO QUISO

Esta mujer no quiso
tomar varón ni darle su ternura,
selló su compromiso
con otro amor que dura
sobre el amor de toda criatura.

Y tanto se apresura
a zaga de la huella del Amado,
que en él se transfigura,
y el cuerpo anonadado
ya está por el amor resucitado.

Aquí la Iglesia canta
la condición futura de la historia,
y el cuerpo se adelanta
en esta humilde gloria
a la consumación de su victoria.

Mirad los regocijos
de la que por estéril sollozaba
y se llenó de hijos,
porque el Señor miraba
la pequeñez humilde de su esclava. Amén.


SALMODIA

Ant. 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro.

Salmo 101 I
DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida.

Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.

Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.

En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Mi grito, Señor, llegue hasta ti;

no me escondas tu rostro.
Ant. 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Salmo 101 II

Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.

Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas:
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.

Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor:

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte,

para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Ant. 3.
Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo

es obra de tus manos.

Salmo 101 III

El agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates
en la mitad de mis días.»

Tus años duran por todas las generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.

Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo

es obra de tus manos.

V.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.
R.
Inclina el oído a las palabras de mi boca.


PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 13, 1-14

CONSEJOS DIVERSOS


Hermanos: Todos debéis vivir sometidos a las autoridades públicas; que no hay autoridad que no venga de Dios; y las que existen han sido ordenadas por Dios. Por consiguiente: Quien se rebela contra la autoridad resiste a la ordenación de Dios; y los que la resisten recibirán condena.

Los magistrados no son de temer, cuando se ejecuta una buena acción, sino cuando se hace una mala. ¿Quieres vivir sin temor a la autoridad? Haz el bien, y serás elogiado por ella; porque es ministro de Dios para ti en orden al bien. Pero, si haces el mal, teme; que no en vano lleva la espada. Es ministro de Dios para la ejecución de la cólera vengadora de Dios contra el malhechor. Por lo cual, es preciso que viváis sometidos, no sólo por temor al castigo,
sino por deber de conciencia.

Y, por este motivo, pagadles también el tributo, que son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en su obligación. Pagad a todos lo que debéis: a quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto; temor, a quien debáis temor; y honor, a quien debáis honor.

No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a los otros. Porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley. En efecto: el «no adulterarás», el «no matarás», el «no robarás», el «no codiciarás» y los demás mandamientos, cualesquiera que ellos sean, se resumen en estas palabras: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» La caridad no hace nada malo al prójimo. Así que amar es cumplir la ley entera.

Y, sobre todo, ya sabéis en qué tiempos vivimos. Porque ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad. No andemos en comilonas y borracheras, ni en deshonestidad ni lujuria, ni en riñas ni envidias; sino revestíos de Jesucristo, el Señor; y no os preocupéis de satisfacer las pasiones de esta vida mortal.


RESPONSORIO Rm 13, 8; Ga 5, 14R.

No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a los otros; porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley.

V.
Pues toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo.
R.
Porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley.


SEGUNDA LECTURA
De la Disertación de san Metodio de Sicilia, obispo,

sobre santa Águeda
(Analecta Bollandiana 68, 76-78)


SU BONDAD PROVENÍA DEL MISMO DIOS,
FUENTE DE TODO BIEN
Nos ha reunido en este lugar, como ya sabéis vosotros, los que me escucháis, la celebración del aniversario de una santa mártir; su combate por la fe, tan conocido y venerado, es algo que históricamente pertenece al pasado, pero que, en cierto modo, se nos hace actual a través de los divinos milagros que un día tras otro van formando
su corona y su ornato.

Es virgen porque nació del Verbo inmortal de Dios, Hijo invisible del Padre (este Hijo que también por mí experimentó la muerte en su carne), según aquellas palabras del evangelista Juan: A cuantos lo recibieron dio poder de llegar a ser hijos de Dios.

Esta mujer virgen, la que hoyos ha invitado a nuestro convite sagrado, es la mujer desposada con un solo esposo, Cristo, para decirlo con el mismo simbolismo nupcial

que emplea el apóstol Pablo.

Una virgen que, con la lámpara siempre encendida, enrojecía y embellecía sus labios, mejillas y lengua con la púrpura de la sangre del verdadero y divino Cordero, y que no dejaba de recordar y meditar continuamente la muerte de su ardiente enamorado,

como si la tuviera presente ante sus ojos.

De este modo, su mística vestidura es un testimonio que habla por sí mismo a todas las generaciones futuras, ya que lleva en si la marca indeleble de la sangre de Cristo, de la que está impregnada, como también

la blancura resplandeciente de su virginidad.

Águeda hizo honor a su nombre, que significa «buena»; ella fue en verdad buena por su identificación con el mismo Dios; fue buena para su divino Esposo y lo es también para nosotros, ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de todo bien.

En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda bondad, sino aquel que es el sumo bien? Por esto, difícilmente hallaríamos algo que mereciera, como Águeda, nuestros elogios y alabanzas.

Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es solo Dios.


 
 
RESPONSORIO
 
 
R. Con la ayuda del Señor, le seré siempre fiel, cantando sus alabanzas; él me ha salvado y me ha dado la paz.
V. El Señor ha conservado a su sierva libre de toda mancha y me ha unido a él, movido por su misericordia.
R.
Él me ha salvado y me ha dado la paz.



ORACIÓN.

OREMOS,
Que nos alcancen tu perdón, Señor, las súplicas de santa Águeda, ella que tanto te agradó por el resplandor de su virginidad y por la fortaleza de su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén



CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.






 

OFICIO DE LECTURA PARA EL 5 DE FEBRERO

Posted by : Webmaster
Date :lunes, 4 de febrero de 2013
With 0comentarios

OFICIO DE LECTURA PARA EL 4 DE FEBRERO

| domingo, 3 de febrero de 2013
Leer más »
 
 
 
 
LUNES DE LA SEMANA IV
 
De la feria. Salterio IV
 
4 de febrero

OFICIO DE LECTURA
 
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant.
Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA.
 
En el principio, tu palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu palabra

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén
 
SALMODIA
 
Ant. 1.  Que bueno es el Dios de Israel para los justos.
 
Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
 
¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant. 2.
Su risa se convertirá en llanto,
y su alegría en tristeza.
 
Salmo 72 II
 
Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant. 3.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.
 
Salmo 72 III
 
Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V.
Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R.
Más que miel en la boca.
 
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 12, 1-21

SOMOS UN SOLO CUERPO EN CRISTO
 
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Por la gracia que Dios me ha dado, os pido a todos y a cada uno: No tengáis de vosotros mismos un concepto superior a lo que es justo. Abrigad sentimientos de justa moderación, cada uno en la medida de la fe que Dios le ha dado.

A la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros y todos los miembros desempeñan distinta función, lo mismo nosotros: siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos de otros. Y teniendo carismas diferentes, según la gracia que Dios nos ha dado, quien tenga carisma de hablar por inspiración de Dios haga uso de él según le mueva la fe, quien tenga el carisma de ministerio que se ocupe en su oficio, quien tenga el don de enseñar que enseñe, quien el de exhortar que exhorte y consuele, quien reparta sus bienes que lo haga con sencillez, quien presida obre con solicitud, quien practique la misericordia que lo haga con jovialidad.

Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Socorred las necesidades de los fieles, dedicaos activamente a la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde. No os tengáis por sabios. No devolváis a nadie mal por mal y procurad hacer lo que es bueno no sólo ante Dios, sino también
ante todos los hombres.

A ser posible, y en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos. No os toméis, carísimos hermanos, la justicia por vuestra mano, sino dejadlo al juicio de Dios. Dice la Escritura: «Es mía la venganza; mía la recompensa; palabra del Señor.» Pero también dice: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Si haces esto, se sentirá avergonzado de su odio y lo depondrá.»

No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien.
 
RESPONSORIO Rm 12, 2; cf. Ef 4, 23. 24R.
 
Transformaos por la renovación de la mente,  para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
V.
Renovaos en la mente y en el espíritu, y vestíos de la nueva condición humana.
R.
Para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
 
SEGUNDA LECTURA
 
De los Tratados del Pseudo-Hilario, sobre los salmos.
(Salmo 132: PLS 1, 244-245)

LA MULTITUD DE LOS CREYENTES NO ERA SINO UN SOLO CORAZÓN Y UNA SOLA ALMA
 
Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos. Ciertamente, qué paz y qué alegría cuando los hermanos conviven unidos, porque esta convivencia es fruto de la asamblea eclesial; se los llama hermanos porque la caridad los hace concordes en un solo querer.

Leemos que, ya desde los orígenes de la predicación apostólica, se observaba esta norma tan importante: La multitud de los creyentes no era sino un solo corazón y una sola alma. Tal, en efecto, debe ser el pueblo de Dios: todos hermanos bajo un mismo Padre, todos una sola cosa bajo un solo Espíritu, todos concurriendo unánimes a una misma casa de oración, todos miembros
de un mismo cuerpo que es único.

Qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos. El salmista añade una comparación para ilustrar esta paz y alegría, diciendo: Es ungüento precioso en la cabeza, que baja por la barba de Aarón hasta la franja de su ornamento. El ungüento con que Aarón fue ungido sacerdote estaba compuesto de substancias olorosas. Plugo a Dios que así fuese consagrado por primera vez su sacerdote; y también nuestro Señor fue ungido de manera invisible entre todos sus compañeros. Su unción no fue terrena; no fue ungido con el aceite con que eran ungidos los reyes, sino con aceite de júbilo. Y hay que tener en cuenta que, después de aquella unción, Aarón, de acuerdo con la ley, fue llamado ungido.

Del mismo modo que este ungüento, doquiera que se derrame, extingue los espíritus inmundos del corazón, así también por la unción de la caridad exhalamos para Dios la suave fragancia de la concordia, como dice el Apóstol: Somos perfume que proviene de Cristo. Así, del mismo modo que Dios halló su complacencia en la unción del primer sacerdote Aarón, también es una paz y una alegría convivir los hermanos unidos.

La unción va bajando de la cabeza a la barba. La barba es distintivo de la edad viril. Por esto nosotros no hemos de ser niños en Cristo, a no ser únicamente en el sentido ya dicho, de que seamos niños en cuanto a la ausencia de malicia, pero no en el modo de pensar. El Apóstol llama niños a todos los infieles, en cuanto que son todavía débiles para tomar alimento sólido y necesitan de leche, como dice el mismo Apóstol: Os di a beber leche; no os ofrecí manjar sólido, porque aún no lo admitíais.
Y ni siquiera ahora lo admitís.
 
RESPONSORIO
Rm 12, 5; Ef 4, 7; 1Co 12, 13R.
 
Siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos de otros.
A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.
 
V. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo; y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

 
R. A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo.
 
 
ORACIÓN.
 
OREMOS, Concédenos, Señor, Dios nuestro, venerarte con toda el alma y amar a todos los hombres con afecto espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.















OFICIO DE LECTURA PARA EL 4 DE FEBRERO

Posted by : Webmaster
Date :domingo, 3 de febrero de 2013
With 0comentarios

OFICIO DE LECTURA PARA EL 3 DE FEBRERO

| sábado, 2 de febrero de 2013
Leer más »




DOMINGO DE LA SEMANA IV

Del Propio. Salterio IV

3 de febrero

OFICIO DE LECTURA


Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant.
Pueblo del Señor, rebaño que el guía,

bendice a tu Dios. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado

ya alguna otra Hora:

V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.

Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.

Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.

Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.

Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.


SALMODIA

Ant. 1. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Salmo 23

ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Ant. 2.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya.


Salmo 65 I

HIMNO PARA UN SACRIFICO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Aclama al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.

Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!»

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.

¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:

sobre nuestro cuello cabalgaban,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya.

Ant. 3.
Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya.


Salmo 65 II

Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.

Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.

Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant.
Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya.

V.
La palabra de Dios es viva y eficaz.
R.
Más penetrante que espada de doble filo.


PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 11, 25-36

TODO ISRAEL SERÁ SALVO


No quisiera, hermanos, que ignoraseis este misterio, para que no os enorgullezcáis de vosotros mismos: Una parte de Israel ha caído en la obstinación, hasta que la totalidad de los gentiles entre en la Iglesia de Cristo. Entonces, todo Israel será salvo. Dice a este propósito la Escritura: «Llegará de Sión el salvador, para desarraigar de Jacob la malicia. Y ésta será mi alianza con ellos concertada,
cuando yo venga a destruir sus culpas.»

Por lo que se refiere al Evangelio, ellos, los judíos, son enemigos suyos en beneficio vuestro; pero, si miramos la elección divina, son amados de Dios en atención a sus patriarcas; que en Dios no cabe arrepentimiento de los dones que otorga y de la convocación que hace. Así como vosotros negasteis un tiempo obediencia a Dios, y ahora, por la desobediencia de ellos, habéis alcanzado misericordia, del mismo modo, ellos han negado ahora obediencia a Dios en provecho de la misericordia a vosotros concedida, para que, a su vez, alcancen también misericordia. Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, a fin de hacer misericordia con todos.

¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.


RESPONSORIO Rm 11, 33; cf. Sal 88, 3R.

¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! * ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos!
V.
Cimentado está por siempre su amor, asentada más que el cielo su lealtad.
R.
¡Qué insondables son sus juicios y qué

 irrastreables sus caminos!

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir,
a los Esmirniotas
(Cap. 1--4, 1: Funk 1, 235-237)

CRISTO NOS HA LLAMADO A SU REINO Y GLORIA


Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre y del amado Jesucristo establecida en Esmirna de Asia, la que ha alcanzado toda clase de dones por la misericordia de Dios, la que está colmada de fe y de caridad y a la cual no falta gracia alguna, la que es amadísima de Dios y portadora de santidad: mi más cordial saludo en espíritu irreprochable
y en la palabra de Dios.

Doy gracias a Jesucristo Dios, por haberos otorgado tan gran sabiduría; he podido ver, en efecto, cómo os mantenéis estables e inconmovibles en vuestra fe, como si estuvierais clavados en cuerpo y alma a la cruz del Señor Jesucristo, y cómo os mantenéis firmes en la caridad por la sangre de Cristo, creyendo con fe plena y firme en nuestro Señor, el cual procede verdaderamente de la descendencia de David según la carne, es Hijo de Dios por la voluntad y el poder del mismo Dios, nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por Juan para cumplir de esta manera la voluntad de Dios; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente crucificado bajo el poder de Poncio Pilato y del tetrarca Herodes (y de su divina y bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para, mediante su resurrección, elevar su estandarte para siempre en favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles, reunidos todos

en el único cuerpo de su Iglesia.

Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación; y sufrió verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente.

Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y palpadme, y ved que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y al punto lo tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque espiritualmente estaba unido al Padre.

Quiero insistir acerca de estas cosas, queridos hermanos, aunque ya sé que las creéis.



RESPONSORIO Ga 2, 19-20R.

En virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí.


V.
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R.
Que me amó hasta entregarse por mí.


Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.


La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.


ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Señor, Dios nuestro, venerarte con toda el alma y amar a todos los hombres con afecto espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,

por los siglos de los siglos.
Amén


CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.





 

OFICIO DE LECTURA PARA EL 3 DE FEBRERO

Posted by : Webmaster
Date :sábado, 2 de febrero de 2013
With 0comentarios
Prev
▲Top▲