Dice tu Angel Hoy:
Alza tus ojos hacia el firmamento, hacia el cielo estrellado y considera la majestad, el poder, la belleza del Creador. No hay límites a su bondad, a su prodigalidad. Éstas actúan en favor tuyo en la misma medida que quieras. Su generosidad no tiene límites. Puede colmar lo que tú deseas y esperas. “pedid y se os dará” (Mt 7, 7). No pidas sino lo mas preciado para tu alma, tu caminar terrestre hacia el Señor. ¡Alégrate de las maravillas que vienen y que vendrán todavía! A tu sombra, yo me regocijo contigo.
Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo.
Alza tus ojos hacia el firmamento, hacia el cielo estrellado y considera la majestad, el poder, la belleza del Creador. No hay límites a su bondad, a su prodigalidad. Éstas actúan en favor tuyo en la misma medida que quieras. Su generosidad no tiene límites. Puede colmar lo que tú deseas y esperas. “pedid y se os dará” (Mt 7, 7). No pidas sino lo mas preciado para tu alma, tu caminar terrestre hacia el Señor. ¡Alégrate de las maravillas que vienen y que vendrán todavía! A tu sombra, yo me regocijo contigo.
ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN
DE SAN MIGUEL ARCANGEL
Omnipotente y Eterno Dios Padre,
Os adoramos y bendecimos,
que con un prodigio de bondad y misericordia
por la salvación de todos los hombres
elegiste por Príncipe de vuestra Iglesia
al Glorioso San Miguel Arcángel,
te suplicamos Padre Celestial,
nos hagas dignos de que su benéfica protección
nos libre de todos nuestros enemigos
para que ninguno de ellos se nos acerque
para perjudicar nuestras almas
y no nos moleste en la hora de nuestra muerte;
sino que seamos conducidos por él
a la presencia de Vuestra Excelsa y Divina Majestad.
Os adoramos y bendecimos,
que con un prodigio de bondad y misericordia
por la salvación de todos los hombres
elegiste por Príncipe de vuestra Iglesia
al Glorioso San Miguel Arcángel,
te suplicamos Padre Celestial,
nos hagas dignos de que su benéfica protección
nos libre de todos nuestros enemigos
para que ninguno de ellos se nos acerque
para perjudicar nuestras almas
y no nos moleste en la hora de nuestra muerte;
sino que seamos conducidos por él
a la presencia de Vuestra Excelsa y Divina Majestad.
Así sea.
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