Señor, Dios nuestro,
que inspiraste la renuncia
a los falsos placeres de este mundo
a la santa Inés de Praga
y la condujiste por el camino de la cruz
hacia la meta de la perfección;
te suplicamos que, siguiendo su ejemplo,
antepongamos los valores eternos a los caducos.
Oh, Gloriosa Santa Ines:
Doy gracias al dador de toda gracia,
de quien creemos que procede
toda dádiva buena y todo don perfecto,
porque te ha condecorado con tantos títulos de virtudes
y te ha hecho brillar con los distintivos de tanta perfección.
Convertida en diligente imitadora del Padre perfecto,
has merecido llegar a ser perfecta también tú,
y tanto, que sus ojos no ven en ti nada imperfecto.
Te rogamos nos asistas en nuestra peticion:
(Pedir el favor)
¡Qué hermosa eres, virgen de Cristo!
Tú que has merecido recibir la corona del Señor,
la corona de la perpetua virginidad.
Nadie podrá arrebatarte la palma de la virginidad,
ni separarte del amor del Hijo de Dios.
Tú que has merecido el favor de Dios.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amen.
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