Señor y Dios nuestro,
Padre de nuestras vidas 
y alfarero de nuestro
barro:
Encendemos esta vela
Como signo de nuestra actitud vigilante 
ante
tu llegada.
No dejes dederramar tus dones 
en nuestra
Iglesia, 
para que aguardemos con esperanza
 la llegada
de tu Hijo
y sepamos manifestar al mundo 
la riqueza de
tu bondad. 
Como San Pablo,
queremos continuar nuestra carrera 
con
alegría y vigilancia para alcanzar a Cristo Jesús 
del mismo modo que él nos alcanzó a nosotros.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los
siglos. 
Amén.

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