Catecismo de la Inglesia Católica promulgado en 1992
por mi venerado y amado Predecesor,
el Papa Juan Pablo II.
Ahora, con gran gozo, apruebo y promulgo
el Compendio de este Catecismo
Dado en Roma, junto a San Pedro,
el 28 de Junio de 2005,
víspera de la Solemnidad de los Santos Apóstoles
Pedro y Pablo,
año primero de mi Pontificado.
BENEDICTUS PP. XVI
LA
SAGRADA ESCRITURA
18.
¿Por qué decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad?
(105-108;
135-136)
Decimos
que la Sagrada Escritura enseña la verdad porque Dios mismo es su autor: por
eso afirmamos que está inspirada y enseña sin error las verdades necesarias
para nuestra salvación. El Espíritu Santo ha inspirado, en efecto, a los
autores humanos de la Sagrada Escritura, los cuales han escrito lo que el
Espíritu ha querido enseñarnos. La fe cristiana, sin embargo, no es una “religión
del libro”, sino de la Palabra de Dios, que no es “una palabra escrita y muda,
sino el Verbo encarnado y vivo” (San Bernardo de Claraval).
19.
¿Cómo se debe leer la Sagrada Escritura?
(109-119; 137)
La
Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo
y bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, según tres criterios: 1) atención
al contenido y a la unidad de toda la Escritura; 2) lectura de la Escritura en
la Tradición viva de la Iglesia; 3) respeto de la analogía de la fe, es decir,
de la cohesión entre las verdades de la fe.
20.
¿Qué es el canon de las Escrituras?
(120; 138)
El canon
de las Escrituras es el elenco completo de todos los escritos que la
Tradición Apostólica ha hecho discernir a la Iglesia como sagrados. Tal canon
comprende cuarenta y seis escritos del Antiguo Testamento y veintisiete del
Nuevo.
21.
¿Qué importancia tiene el Antiguo Testamento para los cristianos?
(121-123)
Los
cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios: todos
sus libros están divinamente inspirados y conservan un valor permanente, dan
testimonio de la pedagogía divina del amor salvífico de Dios, y han sido
escritos sobre todo para preparar la venida de Cristo Salvador del mundo.
22.
¿Qué importancia tiene el Nuevo Testamento para los cristianos?
(124-127;
139)
El
Nuevo Testamento, cuyo centro es Jesucristo, nos transmite la verdad definitiva
de la Revelación divina. En él, los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, siendo el principal testimonio de la vida y doctrina de Jesús,
constituyen el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto único en la
Iglesia.
23.
¿Qué unidad existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamento?
(128-130;
140)
La
Escritura es una porque es única la Palabra de Dios, único el proyecto
salvífico de Dios y única la inspiración divina de ambos Testamentos. El
Antiguo Testamento prepara el Nuevo, mientras que éste da cumplimiento al
Antiguo: ambos se iluminan recíprocamente.
24.
¿Qué función tiene la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia?
(131-133; 141-142)
La
Sagrada Escritura proporciona apoyo y vigor a la vida de la Iglesia. Para sus
hijos, es firmeza de la fe, alimento y manantial de vida espiritual. Es el alma
de la teología y de la predicación pastoral. Dice el Salmista: “lámpara es tu
palabra para mis pasos, luz en mi sendero”
(Sal 119, 105). Por esto la Iglesia exhorta a la lectura frecuente de la
Sagrada Escritura, pues “desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” (San
Jerónimo).
LA RESPUESTA DEL
HOMBRE A DIOS
CREO
(142-143)
El
hombre, sostenido por la gracia divina, responde a la Revelación de Dios con la
obediencia de la fe, que consiste en fiarse plenamente de Dios y acoger su
Verdad, en cuanto garantizada por Él, que es la Verdad misma.
26.
¿Cuáles son en la Sagrada Escritura los principales modelos de obediencia en la
fe?
(144-149)
Son
muchos los modelos de obediencia en la fe en la Sagrada Escritura, pero
destacan dos particularmente: Abraham, que, sometido a prueba, “tuvo fe
en Dios” (Rm 4, 3) y siempre obedeció a su llamada; por esto se
convirtió en “padre de todos los creyentes” (Rm 4, 11.18). Y la Virgen
María, quien ha realizado del modo más perfecto, durante toda su vida, la
obediencia en la fe: “Fiat mihi secundum Verbum tuum – hágase en mi
según tu palabra” (Lc 1, 38).
27. En
la práctica ¿qué significa para el hombre creer en Dios? (150-152; 176-178)
Creer
en Dios significa para el hombre adherirse a Dios mismo, confiando plenamente
en Él y dando pleno asentimiento a todas las verdades por Él reveladas, porque
Dios es la Verdad. Significa creer en un solo Dios en tres personas: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
28.
¿Cuáles son las características de la fe?
(153-165;
179-180; 183-184)
La fe,
don gratuito de Dios, accesible a cuantos la piden humildemente, es la
virtud sobrenatural necesaria para salvarse. El acto de fe es un acto
humano, es decir un acto de la inteligencia del hombre, el cual, bajo el
impulso de la voluntad movida por Dios, asiente libremente a la verdad divina.
Además, la fe es cierta porque se fundamenta sobre la Palabra de Dios; “actúa
por medio de la caridad” (Ga 5,6); y está en continuo crecimiento, gracias,
particularmente, a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración. Ella nos
hace pregustar desde ahora el gozo del cielo.
29.
¿Por qué afirmamos que no hay contradicción entre la fe y la ciencia?
(159)
Aunque
la fe supera a la razón, no puede nunca haber contradicción entre la fe y la ciencia,
ya que ambas tienen su origen en Dios. Es Dios mismo quien da al hombre tanto
la luz de la razón como la fe.
“Cree
para comprender y comprende para creer”
(San Agustín)
CREEMOS
(166-169; 181)
La fe
es un acto personal en cuanto es respuesta libre del hombre a Dios que se
revela. Pero, al mismo tiempo, es un acto eclesial, que se manifiesta en la
expresión “creemos”, porque, efectivamente, es la Iglesia quien cree, de tal
modo que Ella, con la gracia del Espíritu Santo, precede, engendra y alimenta
la fe de cada uno: por esto la Iglesia es Madre y Maestra.
“Nadie
puede tener a Dios por Padre
si no tiene a la Iglesia por Madre”
(San
Cipriano)
31.
¿Por qué son importantes las fórmulas de la fe?
(170-171)
Las
fórmulas de la fe son importantes porque nos permiten expresar, asimilar,
celebrar y compartir con los demás las verdades de la fe, utilizando un
lenguaje común.
32. ¿En
qué sentido la fe de la Iglesia es una sola?
(172-175; 182)
La
Iglesia, aunque formada por personas diversas por razón de lengua, cultura y
ritos, profesa con voz unánime la única fe, recibida de un solo Señor y
transmitida por la única Tradición Apostólica. Profesa un solo Dios –Padre,
Hijo y Espíritu Santo– e indica un solo camino
de salvación. Por tanto, creemos, con un solo corazón y una sola alma, todo aquello
que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida y es propuesto por
la Iglesia para ser creído como divinamente revelado.
0 comentarios:
Publicar un comentario