En una noche tan especial como esta, olvida las sombras del pasado, recuerda solo los días luminosos de tu itinerario cumplido durante todo el año anterior. Todos esos días han estado, todos, iluminados por el amor.
Olvida tus caídas, pues poco importan a los ojos del Señor. Están olvidadas y perdonadas. Lo único que importa es tu determinación de avanzar y progresar en tu semejanza con el Señor. Él ha tomado sobre sí el peso de tu pasado, de tus pecados.
Vuelca en tu corazón tu confianza, y que ella sea total, sin restricción ninguna. Ten confianza en ti y en los demás.
Durante el año que comienza procura emanar paz y amor por donde vayas, que tus actos y tu obras estén impregnados de esa paz y ese amor que recibiste como bien común, pues recuerda que “dad y se os dará”(Lc 6, 38).
Señor, ha pasado un año,
con su cortejo de actividades,
de trabajos, de idas y venidas.
Te lo ofrecemos tal como lo hemos vivido
y como Tú lo has visto.
Míralo con amor y archívalo
en los pliegues de tu misericordia.
Te damos gracias, Señor,
por los beneficios que hemos recibido
a lo largo de este año.
Gracias por las noches tranquilas
y por las horas inquietas.
Gracias por la salud y la enfermedad.
Gracias por la sonrisa amable
y por la mano amiga...
Queremos confiarte ahora
nuestros deseos de gozo y de paz
para el año nuevo que va a comenzar.
Señor, bendícenos y concédenos caminar
por sendas de paz y de justicia.
También queremos pedirte, Señor,
por todos los que han muerto
y han ido a tu encuentro en este año que termina,
por los que se sienten solos y vacíos
en medio del ruido y de las luces de esta Nochevieja,
por los enfermos y moribundos,
y por todos los que sufren
en su cuerpo o en su espíritu...
Haz que todos seamos iluminados con tu Verdad
y fortalecidos con tu Vida,
y que sepamos descubrir, en lo efímero del tiempo,
la esperanza gozosa de tu Eternidad.
Amén.
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