Madre del Sumo Redentor, Reina Misericordiosa,
Señora de Angeles y Arcángeles,
Madre y Patrona mía, Virgen de la Soledad,
amparo de todos los que solicitamos tu favor
remediando las necesidades de los afligidos que te invocan.
Yo, (decir el nombre)
me doblego ante tu presencia y me reclino a tus pies
implorando tu patrocinio para:
(Se hace la petición)
Esperando escuches mi súplica
y nos dignes con la gracia de tu bendición para el logro,
remedio y consuelo para nuestra alma.
Te pedimos además, Dulcísima Virgen de la Soledad,
que nos alcances la fuerza para servirte y venerarte.
Gracias te doy, Virgen Piadosa,
por tu bondad infinita al alcanzar para mí este favor,
para mayor honra, gloria y provecho mío
y con la gracias del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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