¡Oh  santísima Virgen María, 
salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!,  
que movida por el ruego de los pastorcitos, 
obraste ya curaciones en vuestras  apariciones en Fátima, 
y habéis convertido este lugar, 
santificado por vuestra  presencia, 
en oficina de vuestras misericordias maternales 
en favor de todos los  afligidos. 
A vuestro Corazón maternal acudimos 
llenos de filial confianza,  
mostrando las enfermedades de nuestras almas 
y las aflicciones y dolencias todas  de nuestra vida. 
Echad sobre ellas una mirada de compasión 
y remediadlas con la  ternura de vuestras manos, 
para que así podamos serviros y amaros 
con todo  nuestro corazón 
y con todo nuestro ser.
Amén.


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