Dios te salve, Ángel de Dios, 
espíritu  puro y bienaventurado, 
en quien resplandecen, 
además otras singulares  dotes 
con que te ha enriquecido y adornado 
la magnificencia del todopoderoso.
Ángel de mi guarda dulce compaña 
no me desampares ni de noche ni de día.
Cuando mi alma salga de esta triste vida 
que los Ángeles del cielo sean mi  compañía. 
Santísima cruz en que mi Dios murió,
a la hora de mi suerte te  convido Yo. 
Escúchame, Señor tu santísima bendición, 
en el nombre del Padre  del Hijo 
y del Espíritu Santo.
 Amén.


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